El desarrollo de aplicaciones, sitios web, cursos o automatizaciones con Inteligencia Artificial (IA) ha transformado radicalmente cómo creamos y pensamos los proyectos digitales. No es solo programar; es definir objetivos, procesos, infraestructura, tecnologías y, por supuesto, considerar el costo y las bases de datos.
Tradicionalmente, los datos y las bases de datos eran el rey. Eran el punto de partida para cualquier equipo de desarrollo. Pero con la IA, especialmente con los agentes inteligentes, el enfoque se ha movido: ahora, lo visual, la experiencia del usuario (UX) y la agilidad para lanzar un Producto Mínimo Viable (PMV) toman un protagonismo inesperado.
Aquí surge un desafío crucial para quienes se sumergen en este nuevo ecosistema: ¿cómo vincular una idea potente con las bases de datos necesarias para que funcione en producción? ¿Es una base vectorial, tradicional? ¿Cómo estructuramos las tablas? Esta complejidad puede frenar una gran idea antes de que vea la luz.
En mi experiencia, hay un ecosistema que ha logrado esta vinculación de manera brillante, sin dejar de lado la importancia fundamental de los datos: Microsoft Power Platform. Lo primero que te pide para construir una aplicación con IA son los datos. No importa si vienen de un Excel, PostgreSQL, MySQL o Dataverse. Luego, configuras tu prompt
y defines el paso a paso que la IA seguirá para materializar y ajustar tu aplicación.
¿Y lo más genial? Estas aplicaciones ya vienen listas para producción, eliminando la necesidad de procesos engorrosos con servicios web y bases de datos tradicionales. ¡Eso es una ventaja competitiva brutal! Simplifica enormemente el camino para que tu empresa aproveche la IA sin ahogarse en la complejidad técnica.
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